Ubicado en Dublín, Irlanda, un propietario de un edificio quería garantizar agua limpia y no contaminada en sus unidades de tratamiento de aire (AHU).
Los objetivos principales que el cliente deseaba alcanzar se resumían en dos puntos. El primero es prevenir la propagación de microorganismos dañinos en el suministro de aire del edificio. El segundo es proteger el equipo mientras se asegura un funcionamiento adecuado y una operación sin inconvenientes.
Para alcanzar estos objetivos y, en última instancia, disminuir los riesgos para la salud de los ocupantes del edificio, el agua utilizada en las unidades de tratamiento de aire (AHU) debía permanecer limpia y no contaminada.